miércoles, 27 de marzo de 2013

Escupitajo de una pila en la frente

La comida te distrae de los chillidos, los gritos, algo que se cae. Busca un Aleph en un grano de arroz, no, en el grano que condimentó de curry el grano de arroz que tienes en la punta triple del tenedor,punta de la izquierda, en ese punto donde el poco sol que no se quedó atrapado a mitad de camino por la habitación desde la ventana, allí donde claro, clarito, bien nítido se ve el gramo insignificante del colorante, arroz cocinado durante dos horas, olor todavía de la olla, que a pesar de lo buena cocinera, se nota que se quemó algo, y sólo se va a saber qué cuando ya el tenedor este aplastado entre labio y labio, la mano rápido volando hacia el vaso,los pies,al diablo la compostura pero la garganta se hace una enorme blasfemia con esoy fuah,he ahí el aleluya de un baño solo, solo para tí, no hay ninguna luz prendida, pero la tarde está sentada en el borde de la ventana y mientras el inodoro conoce de la calidad de la cocina de sus dueños.No hubo desconocidas vestidas para fiesta y baile a las cuales clavarles los ojos de seminarista de pantalones ardientes, no hubo siquiera una homilía de un trago para distraer a los adultos invitados, aburridos, solo niños gritando, las abuelas diciendo que es el diablo, siempre el diablo, pero el diablo se saltó la misa y se vino a la comida, justo para sentarse antes que nosotros, aquí en la mañana aguada de la ventana del baño, esperando que en algún lado, lejos de la comida imposible, lejos de la tertulia de las salivas, lejos, lejos de los chillidos, lejos del farfullo de las escobas. En algún lado, un cura de barrio, iglesia apreciable y cheque recién recibido en las manos-se huele como un pan de horno humeante a mantequilla- se ríe, sentado en su sofá importado y casa mullida. Ninguna Alejandra vino a este cotorreo de madres y padres, aburridos están los segundos, los oídos están raspados, y los niños son lijas parlantes. No, no hay gran primera página para la aventura épica de la novela y el romance de las quinientas páginas. Al diablo, en retirada las tripas, los oídos, y las vísceras agonizantes, al diablo si nos ponen la lengua violenta bautizando el chichón en la frente,pero damos gracias que nos vamos, nos iremos no en paz, pero si con gusto y alivio, con el gozo de una calle sn lluvia y un bus ronroneante rumbo a las felices estrías de la habitación.