viernes, 30 de octubre de 2009

La cortina azul

La lámpara... colorea la habitación con su pantalla brillante, para que el reloj no se dé cuenta de las horas insomnes.
Las cobijas se casan con el colchón, se divorcian, y vuelven otra vez a hacer, sábanas y tendido, a su cliché de amores.
El sol, teñidas sus greñas de azul, sale de la casa de la cortina, y se presenta al cuarto.
En la almohada que se desea, a todo desespero y toda prisa, grande inflada y dormidora.
Salen los pies, fríos sin el calor de otro par.
Los ojos, con el atardecer del insomnios en sus escleróticas, gimen el lamento de las ojeras, que crecen cada día.
Anuncia la cortina, que ya se pone sus rulos de sol, la mañana.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Arena de un día

Qué mundo vacío es la página de ésta bioigrafía.

Despacio vamos, con los ojos pesados, las pestañas duras como corteza de palmera,
con los pies duros como la piel de los omnstruos de río.

Bueno es que en éste trabajo no haya lugar para las mujeres. Elas tienen otros lugares, dominando los pueblos, gobernando a los hombres, cuidando a los niños, creando artefactos y ropas,comerciando en especies y metales de los cuatro rincones del mundo.

Ellas mandan, nosotros obedecemos. Así es la ley de nuestros padres, de nuestras madres, y de quienes viveron antes de ellos.

Es bueno ser camellero. Meses viajando en estos desiertos sin viento y sin calor, hablando con los camellos, esquivando las arenas movedizas, mirando los espejismos, jugando con los escorpiones y las arañas venenosas.

Y lo mejor de todo, días de noches clarísimas, con estrellas y luces blancas y manchas en los cielos sin nube. En los pueblos vecinos, tomar licores de dátiles, banquetes de carnes y frutos de palmeras, oir a los músicos, a las gentes con el don divino de la palabra grande.

Pero aún falta para llegar al próximo pueblo. Mucha arena, los camellos tienen sed, y empiezo a compartir olor con las bestias.

Muchas dunas por recorrer, otro díamás de desierto abierto, mucha arena por pisar.

Necesito dormir en una tienda, sin necesidad de usar fogatas para espantar a las alimañas y a los reptiles.

lunes, 26 de octubre de 2009

Trino

Sin necesidad de grabadoras,
un vinilo de pájaro
llega a nuestros oídos,
a través esa radio que es el cielo.

¿Qué habla la aspiradora?

Muy pocos saben esto, pero las aspiradoras acaban de matar a los fantasmas.

Se comen el polvo de milenios, motas que vieron morir a galaxias, nacer estrellas, que vieron a ángeles aprender a sumar con ábacos,que vieron a dioses tener sus primeras pajas, y verán morir al último hombre.

Los fantasmas, para clavarse en la vida, se enroscan en el polvo, en la humedad. Luego, por las noches, cuandoi el agua camina por entre los rendijos de las maderas, la gente dice que son los pies ya idos, los pies que no dejan huella.

Eso es mentira. Los fantasmas lo ven todo, lo oyen todo y lo saben todo, pero no pueden hablar, ni tocar. Sólo... vagan, buscando siempre ver cosas nuevas.

Por eso es que la aspiradora habla duro, para no oír a los barullos de las sombras humanas protestando por no poder quedarse en las cuatro paredes más tiempo.

viernes, 23 de octubre de 2009

ventanas que son jaguares

Selvas de hormigón, despaciosas se callan cuando pasa chillando esa ave acerada, el rayo. Desde un árbol se va pariendo la tierra, desde el agua el viento, desde los árboles el viento, pero los ojos lentos no ven ese segundo grande.
En los bosques de metales, esos escarabajos que les dicen sombrillas, van por esos amazonas de las calles. Las ruedas dantas corren a pezuña constante, por la calle llena de huellas y huellas para el peatón cazador.
En lo alto de las hojas de metal, ese gato transparente, el vidrio, bosteza, y laten sus gotas de manchas.
La lluvia está aquí, ese dios de la atmósfera que viene a reirse de esas hormigas con sombrilla.

Zzzzz..............

La noche se va como la amante que se tiene que despedir con las bragas en los dedos de una mano, y las lágrimas en la otra. El día nuevo viene, y el lateral del puño resuena contra la pared, contra la vida, contra el fardo del acose.

Son ocho horas de destripar la cama, y los ojos se levantan, desvirgados del reposo, a ver cómo las ojeras van carcomiendo el año.