miércoles, 28 de octubre de 2009

Arena de un día

Qué mundo vacío es la página de ésta bioigrafía.

Despacio vamos, con los ojos pesados, las pestañas duras como corteza de palmera,
con los pies duros como la piel de los omnstruos de río.

Bueno es que en éste trabajo no haya lugar para las mujeres. Elas tienen otros lugares, dominando los pueblos, gobernando a los hombres, cuidando a los niños, creando artefactos y ropas,comerciando en especies y metales de los cuatro rincones del mundo.

Ellas mandan, nosotros obedecemos. Así es la ley de nuestros padres, de nuestras madres, y de quienes viveron antes de ellos.

Es bueno ser camellero. Meses viajando en estos desiertos sin viento y sin calor, hablando con los camellos, esquivando las arenas movedizas, mirando los espejismos, jugando con los escorpiones y las arañas venenosas.

Y lo mejor de todo, días de noches clarísimas, con estrellas y luces blancas y manchas en los cielos sin nube. En los pueblos vecinos, tomar licores de dátiles, banquetes de carnes y frutos de palmeras, oir a los músicos, a las gentes con el don divino de la palabra grande.

Pero aún falta para llegar al próximo pueblo. Mucha arena, los camellos tienen sed, y empiezo a compartir olor con las bestias.

Muchas dunas por recorrer, otro díamás de desierto abierto, mucha arena por pisar.

Necesito dormir en una tienda, sin necesidad de usar fogatas para espantar a las alimañas y a los reptiles.

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