La noche se va como la amante que se tiene que despedir con las bragas en los dedos de una mano, y las lágrimas en la otra. El día nuevo viene, y el lateral del puño resuena contra la pared, contra la vida, contra el fardo del acose.
Son ocho horas de destripar la cama, y los ojos se levantan, desvirgados del reposo, a ver cómo las ojeras van carcomiendo el año.
Que maravilla entrar en tu mundo Diego y hallar tu escritura ahí,expuesta, insolente, como haciéndome burla.
ResponderEliminarA mí que llego con mis modestas alforjas y bastante sed y hambre de vocablos.
Que lindo es todo esto!
Un abrazo en todo lo que te corresponde ¡poeta!
Mónica.