miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un cebo apetitoso para las ovejas

El hombre buitre, zorro hiena, ríe, ríe entre los balidos.

Menea el anzuelo, como una película que endurece los pantalones húmedos y los faldas temblantes y sudorosas, y las lanas huecas le siguen. Un grande, jugoso, bien forrado, y fresco anzuelo.

La risa es grande, el pico de la hiena grazna con el gusto del zorro que sabe que las mulas estúpidas van corriendo detrás de la bandera que suena apetitosa.

Es solo paja, idiotas, les gritarían algunos, es solo paja con una que otra flor hueca por encima, y sin embargo ustedes siguen creyendo que es un ramo gigante, un rosal, la cura para el hambre, el prado perfecto.

Pero las machas cabrías siguen azuzando al rebaño en sus direcciones. Azuzando al rebaño, a los otros, a quienes no tienen rebaños, no quieren rebaños, no los necesitan.

Simplemente para que vean los cuernos de mando los bosques y digan: "Oh, miren que gloriosa lider de rebaños, siempre adelante, o atrás empujando, moviendo. Sí señores, eso es un macho alfa, una hembraza alfa. Qué empuje, que manera de abrir la tierra a su paso"

Y mientras la farsa, los buitres y hienas, fantasmas del bosque y sombras de la tierra, ríen de tanta estupidez.

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