martes, 6 de septiembre de 2011

Las garras romas

Los lobos viejos ya no tenemos más opción que echarnos a un lado de los árboles a esperar que los cuervos nos hagan su comida.

Nos nievan las uñas, se hace monte viejo y nevado la piel, el lomo se derrumba como piedras caídas de barranco. Se ríen las hienas de nosotros, sacuden la cabeza las ramas de los árboles.

Y todo porque a las reinas y las duquesas y las damas se les ocurrió, hace unas veces, hace muchas veces, para ser más contundente y decirlo en el paso de lunas preciso,como digo, se les ocurrió reunir a unos cuantos de esos cazadores, de esos que huelen horrible y matan ya sea un conejo,quitándonos así el almuerzo, o a nosotros, simplemente porque las madrigueras humanas necesitan de nuestras ropas....

Nosotros,desnudos, morimos instantáneamente.

Y encima nos echan la culpa de sus fiebres de luna, de cuando salen a devorarse entre ellos, todos peludos, esos remedos de colmillos y garras, claro, maten al rabioso, y maten al inocente lobo que no más pasaba por allí.

Claro, así solucionan sus problemas ustedes, los jóvenes.La tierra los creó ayer y ya se sienten con derecho de gobernar bosque y río, mar y desierto.

Claro, solo somos lobos viejos, que ustedes usan en sus imágenes ecológicas(¿usé bien el término?) para sacar lástima de las esposas de magnates aburridos que no tienen nada más que hacer excepto oler el humo de los billetes sobrantes que se hacen fuego verde.

Al menos los hermanos mosca se encargan de mantener a raya a las camadas de humanos, Ponzoñando a los novios, mordiendo discretos a los galanes y sus doncellas que juran que están bien escondidos a la vera de los rios. Los hermanos araña, de los pequeños, se aseguran de que los recién padres, no tengan más de un año de júbilo.

O son ellos, o somos nosotros. Y yo prefiero vivir con esta vieja piel otro día más, gracias.

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