sábado, 31 de agosto de 2013

Detrás de la pantalla del mundo

Acaso los muertos te hayan derribado con la lluvia de septiembre, empiezas a pensar. No es posible, te repites, una y otra vez, entre tos y tos,mientras recuerdas, quieres recordar, entre tos y tos, imposible de levantarte de la cama, tos y tos, el día que se queda helado allá detrás de la cortina, tos y tos, y tu brazo no alcanza a llegar a saber donde termina el vacío de la habitación y empieza la mesa. De ninguna manera pensar en abrir las cortinas: desde el primer momento en que se movieron los párpados, al ritmo del primer estornudo, hasta la oscuridad del cuarto-remiendo de hospital te duele. Solo ha sido un día de volver a cerrar los ojos, volver a tratar, a tratar, pero no poder salir de la melaza de las cobijas. No hay posibilidad de salir, los dedos son frágiles, cada rodilla que lucha por moverse es otro dolor más, otra tensión más de músculos para que no duela más, para que no retumbe más la cabeza,no retumben, silencio, los ascensores, las puertas, los timbres, los buses de colegio. Allá el ruido va haciendo el día, va informando que la ciudad existe. Aquí el ruido informa que te duele todo, que se mueve a cada escalofrío las manos, los codos, la cortina que sigue, afortunadamente, abajo y cerrados los paneles de la ventana.Allá detrás de tu pantalla oscura la vida que todo lo reduce a hospitales o camas llenas de toses verdes, manos temblantes que no tienen fuerzas ni para abrazarse desesperadas con tanto frío y tanta lluvia. Acaso no haya más opción que esperar a que pase la temporada de fantasmas que cargan los enjambres de agua que zumba.

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