jueves, 13 de mayo de 2010

Los mausoleos cerrados

Algunos llegaban hasta el punto de dejarse las mejillas sangrantes.

Otros se mordían la carne de las falanges, con gesto sordo, y sin mirar a nadie más,
con las caras cubiertas.

Los de más allá se ponían a recorrer los pasillos gigantes de la ciudad cementerio, con pasos rápidos. Los más débiles entran en frenéticas carreras, hasta que se cansan y quedan sin aliento. Se quedan allí hasta que los hacemos reaccionar. Algunos lloran, muy silenciosos, hipando por lo bajo.

Otros entran en un furor de violencia, y arremeten a golpear todo lo que sus ojos alcancen. Sus compañeros, las paredes, las columnas gigantes, los relieves de las paredes, sus equipos de campaña. En esos casos, dice el sargento, lo que hacemos es noquearlos de un golpe, inmovilizarlos con amarres complicados, que apenas estoy empezando a dominar, y luego los dejamos bajo la vigilancia de dos centinelas.

Otros fuman esas mezclas de hierbas y semillas nativas de este sistema solar, o al menos, las menos potentes y letales para los humanos. Olvidan el hambre, el frío, la sed, el cansancio, el peso y la presión. Entran en una especie de hibernación, aunque sin dormir y sin perder la consciencia. No es que sea ilegal, para los homínidos, conseguirla, pero si es visto con desaprobación.

Otros preferimos salir a patrullar esta ciudad gigante, y ver la bizarra decoración. No, no solo los bajorrelieves y los murales, cada colmuna gigante, cada arco monstruoso, cada edificio, así no sepamos a ciencia cierta para que sirvan todos, o si acaso tuvieron algún propósito.

És curioso ver un mundo totalmente nocturno, donde no hay ni un rayo de sol amarillo, solo esas luces extrañas, que parecen cortinas, y una que otra estrella azul. Pero de resto tenemos que confiar en el calor del núcleo, y en las plantas de energía que tenemos instaladas a lo largo y ancho de este continente.

El planeta es grande. Un gigante frío, dicen en términos arrogantes nuestros científicos y exploradores. Nos tomaría semanas recorrerlo, y conocemos muy poco de él. Al menos aquí tenemos lo necesario para sobrevivir.

Además, no deseamos llamar mucho la atención. No en nuestra línea de trabajo.
No en este trabajo donde muchos de nosotros acabaremos en una tumba de estas ciudades fantasma.

1 comentario:

  1. Hoy entre por primera vez en el blog y me gusto mucho este trabajo tuyo. Cariños.

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