sábado, 29 de mayo de 2010

Marinos de las supernovas

Son buenas personas, aunque son soldados peligrosos, y todos estamos bastante precavidos cuando estamos en medio de ellos.
Son silenciosos, se mantienen siempre entre ellos y cuando alguna de las chicas va e intenta ofrecerles negocios...ustedes me entienden, hay que vivir en este esapcio enorme, en estas terroríficas nebulosas que desde el otro lado de la galaxia se ven tan bonitas.
Y si eso significa que una se tiene que vender por unas horas para conseguir dinero e información de algún cadete ingenuo...¿quiénes somos nosotras para decir que no?

De cuando en cuando, encontramos alguno de los verdaderamente jóvenes. Ni siquiera tienen barba para pelar, ni cicatrices de las máquinas afeitadoras en su cara. Detrás de esos uniformes, de esas corazas, de esas armas demasiado pesadas, son solos niños aterrorizados, que no llegarán a los treinta años con el cuerpo entero...
Al menos podemos abrazarlos hasta que dejen de gritar en medio de sus pesadillas.

Sería bonito poder ayudarlos, poder acompañarlos en sus paseos, a los pobres niños,
pero el mar vacio es infinito, y no sé si volveré a verlos.

La Matrona me dice que no hay tiempo, que pronto habrá que cambiar de flota, hacer trasbordo hacia otros cielos, conocer a otras bolsas de carne, y olvidarnos de estos mendigos de lunas en ruinas, cráteres de guerra, planetas fantasmas.
Paraque no me vean las lágrimas de nana fallida, que vengan los maquillajes, para que no me vean el temblor en los puños, un velo lujoso y vano entre los brazos,
y la sangre de madre fallida y joven, pidiendo un último abrazo, un último beso en la frente,k que serán totalmente inútiles, una chispa absurda de fósforo en tanta negrura abrumadora del espacio vacio.

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