Nuestro grupo no los reconce. De ninguna manera.
Son bufones, niños jugando con sus botellas, sus poses, sus grandes discursos,sus palabritas endulzadas, sus ropajes, sus tatuajes. Son un insulto a nosotros.
Si pueden timar y robar legalmente a las Aristócratas, es problema de los de arriba.
Cuando nos forzan a ir donde esos listos del timo se vuelve, entonces, problema nuestro.
Ni símbolos, ni discursos que se pretenden arcanos, ni ceremonias, ni bajar desde lo alto ni subir desde lo misterioso del absaimo. Exisitimos aqui y allá, no nos subimos a los atriles, no hablamos en las plazas a voz en cuello, no queremos ser maestros, no quremos ser líderes de ejércitos o reinos,no quremos seducir las orejas de los públicos con voces de miel y flores bonitas, no queremos mandar al fuego y a la perdición a quienes no vistan como nuestras pieles, no coman en platos como los nuestros, o usan sus gargantas y lenguas de otras maneras.
No son necesarios, para nosotros.
Mezclados con todo, separados de todo, todo nos afecta, como decía mi Superior, el mundo nos pasa por el frente y ni un parpadeo le dedicamos, pero a la vez, lo tenemos entre la punta de los dedos. Ignorando la historia de estos Reinos y Confederaciones, pero vivimos detrás de todos los tronos y solios.
No necesitamos el poder, y a la vez los hombres dicen que somos Poder, no somos ni Dioses ni espíritus, pero estamos un paso más allá de los hombres de carbono y otros elementales, aunque hayamos surgido de ellos.
Uno de los nuestros, un ilusionista prodigio, vive en una ciudad DE un valle perdido del vecino planeta. Por lo último que hemos sabido, forma parte del gobierno de una ciudad construido en un valle donde la pluviosidad es total. Un escondite perfecto.
Poco a poco las fichas se mueven, estamos calculado lo posible y lo imposible.
Sabemos que hay posibilidad para la derrota, pero incluso en ella, podremos voltear la mesa para acabar ganando. No hay margen para el error, y nuestras estrategias se van esparciendo, lenta, discreta, inexorablemente hacia el resultado final.
Por algo nos consideran verdaderos magos. No esos charlatanes que intentan hacerse pasar como tal.
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