La muerte de los hormigones no es ignorada por los pisos altos.
Es decir:
Vemos el camposanto donde antes vivían los rústicos, esos campesinos de la ciudad,
que cosechan casas y edificios,ya no están, sudando grama y tierra y demás estiércoles de los lotes urbanos.
Los halos de los alumbrados van temblando, velas titiritando, como niños de familias ásperas, sin hermanos o amigos, que vagan por la calle con las medias dolidas, la lluvia de la noche matando las ropas desvalidas.
Pero hoy no hay lluvia, sólo viento que hace maldecir a los transeúntes solitarios, que fruncen el ceño de envidia furiosa, viendo a los amantes que hacen porno bajo las sombrillas. Tú sabes como es eso.
Y arriba, las cortinas brillantes por la electricidad, miran aturdidas el cielo horrible, las construcciones desvalidas, las hormigas humanas indefensas ante las duchas de las nubes.
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