jueves, 21 de enero de 2010

El barbudo de la ciudad alta

No es peligroso, y te lo digo por experiencia propia.

Sólo pide algo de agua, pan, y un techo para dormir. No tu casa, no la casa de tu amigo, tu vecino, o de tu conocido. Ni pide audiencia con el emperador, con los ilustres, con los dioses, con los reyes, con los sabios eruditos, con los hombres de arte.

No sabe robar, y vive entre las jaurías de perros de la calle, entre la caridad de los ocupados, de las matronas que producen demasiada comida, las ropas gloriosas que los ricos desperdigan en las basuras.

Solamente se dedica a caminar, vagar, y mirar los múltiples atardeceres de nuestros mundo de soles. Los muchachos afirman que es buen pescador, aceptable tahúr, pero pésimo para los licores. Incidentes enojosos han ocurrido cuando gentes malintencionadas lo acusan de causar escándalos en los festivales, cuando todos en el ciudad sabemos que el hombre es más inocente que todo santo.

Eso sí, sus venganzas contra sus calumniadores son cosa digna de recordarse.

Sobre su identidad, para pasar a otro tema, se ha especulado, analizado, y conjeturado hasta llegar a lo rídiculo. Afirman unos que es un sobreviviente de alguna de las guerras del otro lado del sistema solar, que llegó huyendo de sus sangrientos superiores, y ahora posa de mendigo, para no llamar la atención.

Otros, afirman que simplemente es un hijo de ricos, que harto de la vida de clichés que llevan los Aristócratas, huyó de sus palacios y ahora vive oculto, feliz, aqui en el Submundo.

Todas posibles, ninguna más acertada que la otra, o todas improblables.

Silencio, allí viene, con su andar falsamente trastibillante, con esos ojos que dicen más de lo que tú logras ver, con ese aire que no, no es de idiota. Ni de alguien que coma adormideras para dormir la cabeza. Talvez ese joven, hombre, viejo, o sea lo que sea, es algo más de lo que vemos onostros. No digo que sea alguna criatura sobrehumana, o divina, no. Lo hemos visto comer, sangrar, respirar,sudar, toser. Eso si, es capaz de vivir durante días sin cmoer, sin sufrir de los horrores de las hambrunas, y además, tiene la piel de los pies tremendamente dura, como si fuese sduela de bota. Es capaz de andar durante horas, casí un día entero, sin sufurir dolores ni callos, ni fatigas.

Ahora cállate, muestra algo de respeto, Alteza, y déjame hablar a mí.

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