sábado, 9 de enero de 2010

Los que salieron de las mazmorras

Según la leyenda, el suelo de la prisión nos engendró y dió a luz.
Los más sabios(y cínicos) afirman que es expresión para tomarse en forma literal, aunque nadie lo sepa a ciencia cierta.
Pero ustedes lo creen, porque nos ven a nosotros, los que vagamos por el valle, siempre con las caras vendadas, los cuerpos hechos un manto sin cuerpo visible, pero siempre un dolor intenso en la faz, siempre sudando por las torturas de las agujas.
No sabríamos decirles si es del todo cierto. El dolor nos impide hablar tranquilamente, hacer una pausa, como para poner pensamiento en orden y darle pies y cabeza.
No somos objeto de deseo, porque los cuerpo han salido de las paredes sin sol, de las estancias donde las agujas hacen enloquecer a las criaturas más allá de toda psicopatía.
No tendremos futuro ni descendencia, porque nadie nos deseará, ni la muerte física será alivio para la arrogancia de los reyes que nos fabricaron a través de esas lóbregas paredes.
No nos quites ni las vendas de momia que eso parecemos, ni las máscaras. Ya hemos hechos de las vestiduras nuestro cuerpo, nuestra piel auténtica. Lo que hay debajo... ninguno de tus demonios osaría hacerlo en sus precipicios. A nosotros nos lo hiceron esas Matronas que glorifican los poetas, tus peanes llenos de clichés, y boleros ridículos.
Nos queremos casa, ni amantes que nos restañen los suplicios con besos y caricias. Tras salir vivos de dolor, salir entre lamasacre y la tripa al aire de nuestros carceleros, salir de esas cárceles, no queremos sino perdernos entre el polvo, los caminos sin número, y no más.
No hablaremos más contigo, curioso de periodista, porque la pausa del errar trae el recuerdo cada segundo de la torutra, cada poro siempre sangrante de la cara, cada barra de metal empalada en el espinazo, cada tortura, que supera con mucho a las anteriores.

Somos demonios hechos por la mano del hombre, pero en lugar de traer perdición y fuego, las recibimos sin oportunidad del paraíso.
Para nosotros no hay sol, ni luna, ni aire sobre la piel, ni bronceado que se elogie. La carne no existe, ni siquiera en el recuerdo, porque primero fue el dolor que la carne.
Nada más te diré, nada más se sabrá. No hay justicia, no habrá venganza, nada. Las leyes de las nubes sombrías son inescrutables, prepotentes y sin freno alguno.
Nosotros somos pedazos de desastres, jirones de fantasmas. Si antaño fuimos hombres y mujeres, niños y jóvenes de aliento y carne y latido, no importa ya.
A un lado, y no sigas las pisadas de sangre que salen de nuestras huellas.

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