sábado, 27 de febrero de 2010

El gueto de los virtuosos

Porque si miras, con calma, despacio, sin miedo a sus amenazas, verás que bajo sus pliegues blancos, sus aureolas falsas. Te hablan, busacando dar ese espejismo de prohombría, de tener la verdad revelada debajo del brazo.
Te dirán que son como nosotros, son falibles, de carne y hueso, que se corrompen igual, caen y suben, pero de todos modos, los oirás, turista, como las aguas debajo de la fuente, proclamando que ay, son demasiado dignos para nosotros, que solo ellos y sus rebaños, que solo ellos y sus ojos, sus bocas, sus relojes varados, sus mundos momficados,sus arrogancias de espada, arrojando a la piedra y a la fogata todo aquello que entre en sus cabezas, aquellos vientos que no fluyan a sus sones.
Es bueno quedarse por unos momentos, forastero, para observarlos en sus desvarios ladrideros donde te amenazan entre autocompasiones y felicitaciones por ser el oh gran barrio que vale y los demás no.
Te recomiendo visitante, que hagas como yo, sentados en la parte de atrás del mundo, escuchando cortés, pero sin asentir sin oír, sólo haciendo sonar la cabeza.
No alces la voz, no frunzas el ceño, solo observa atento, educado y demás, pero en cuanto salgas del carnaval, no te juntes con ellos, sigue tu camino, levanta tu tienda y sigue.

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