viernes, 23 de julio de 2010

Torres color tarde

Se sonrojan como doncellas humilladas, en los atardeceres que hacen llorar sangre a los ateridos de frío, ahítos de indignación, saturados de tener las espaldas desnudas de brazos.
Pasar la calle, huyendo de las puertas tiranas, y en un momento miran la tarde.
No ese sol de siempre, no esas nubes, cuya maravilla dura apenas segundos de cada día.
Son los largos ladrillos, esos que que se colorea de ese color que solo le decimos tarde, no es más que tarde, no es ni el pájaro cuyos gorjeos aletean en lo almibarado de las serenatas prefabricadas.
Son tiempos, son vestigios, de otras tardes distintas, cuando los pájaros no eran fastidios para la tabla periódica de la atmósfera.
Solo hay que estar verlas ahí, contra la música ruidosa de los obreros.
Diferentes a todas esas acuarelas aburridas.

1 comentario:

  1. Me impresiona, Diego, la exquisita sensibilidad que cabe en tus letras, en tus manos, en tus calles, en tus luces y sombras de cada día. Tal vez estás en el tiempo que llora y que reza, que perdona y que pide... humanamente, en tus palabras cabe todo.

    Mi admiración y respeto.

    Rosario

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