¿La cama solitaria otra vez?
Arriba de nuevo a husmear en tu miseria, la cocina espectral y sombría.
Las cobijas en el suelo, el cenicero ya senil de tantas canas.
Se mueve la pared, se mueve el piso, se mueven las puertas y muebles,
las ventanas titilan, algo saben y se ríen en cara plena.
La nevera está avergonzada, como una forzada vestida con harapos, sangre, lodo seco, y la soledad de un campo abandonado. La cocina está muerta en su limpieza aséptica, donde los zapatos dejan sus pasos de barro y lluvia a trompicones.
Arriba, con el estupor en la cara y las ojeras aturdidas, arriba a tu hambre que no la conoces, pero que siempre está, oculta tras las noches de ojos perpetuamente abiertos.
Que te despierte tu barba de tres miserias, abandonado de familia y amigos.
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